En estas imágenes se cuestiona la esencia misma de la fotografía. La apariencia es pictórica, pero no hay lapiceros ni pinceles. No parecen fotografías porque no tienen esa conexión con «la realidad» que se le suele otorgar a una copia fotográfica.
Son imágenes creadas sin cámara, interviniendo manual y directamente sobre una «emulsión fotográfica negativa instantánea» bajo la iluminación adecuada al color final que quiero obtener. Esto genera un negativo que debe ser revelado y por transferencia directa desde el negativo obtener el positivo original único en papel. He trabajado en esta técnica de transferencia de color desde el año 2000.
Para la exposición se reprodujeron los originales con una cámara digital de alta resolución y posteriormente se imprimieron sobre un papel de acuarela para aumentar la apariencia pictórica. Este trabajo de fusión implica un proceso que va desde la fotografía tradicional más elemental —basada en la antigua técnica de los «fotogramas»— hasta la tecnología digital más avanzada.

























Poema de Fernando Beltrán para el catálogo de la exposición
LOS AMOS DE LA LUZ
Tiran la piedra y esconden la mano.
Dicen que son artistas.
Pero hablemos ahora de otros ángeles.
Tienen las mismas alas, pero distinto vuelo.
El vuelo de la roca,
que no está en lo que ves, hay que arrancarlo.
El vuelo de la tierra,
que no pisan tus pies, sino las uñas
donde araña la luz, y a veces lágrimas.
La flor de la aceituna, piel amarga
y el hueso de morderla hasta sentirte
vivido y por vivir, y abro los ojos
mucho más cuando te amo.
Veo entonces colores que no es grato decir.
El cuerpo fragmentado de los días.
El cáncer escondido entre la plata.
La inquietante belleza de la sangre.
La mirada al revés, y al fondo un ser
reflejado en los otros, vena a vena.
De hígado a verdad. De escalofrío a bufanda.
De un demonio vencido a una oración en llamas.
Y a la puerta de todo, y esperándome
un dolor amputado, y sin embargo
nunca escondo su mano.
La invisible, la indómita, la rota
la intemperie, la ajena, la manchada.
La columna, la vértebra, el silencio
que lo sostiene todo.
El sueño del poeta, los desnudos del aire,
el corazón helado de los pájaros,
la foto que moría y aguardaba
otro modo de hacer, tromba y percance.
A muñeca torcida, a puño alzado.
Ángel de otra manera.
Grifo incierto, como el agua de mar,
insaciable en su ser, potable en barca.
Y en los remos la fe de los que aun miran
las gaviotas de frente, la hermosura que aúlla
hasta la náusea, y el vuelo que al final
todo lo salva.
Inaudito y posible, como piedras
que cogieran tu mano y la lanzaran
contra el cristal más frágil.
Esta grieta en la piel, estas heridas,
esta forma de ser y abrir los ojos
mucho más cuando amamos.