A Carlos de Paz lo que le gusta es cazar poemas visuales a la intemperie;

reconocer en el objeto y en los lugares la magia que queda mientras la vida pasa;

retratar las tinieblas de lo desconocido y que su mirada haga de chamán

para que sea la imagen en su retina la que nos cuente su auténtica naturaleza.

Guillermo Busutil, prólogo del libro.